El mariscal Andrés Alcázar fue parte viva de todo el proceso de Independencia del país, luchando con O’Higgins en Rancagua y en las exitosas campañas de la Patria Nueva. Nacido en Tucapel, al alero del fuerte, se forjó en la reciedumbre de la Alta Frontera y, en defensa de Los Ángeles, murió en las cercanías del Puente Perales (conocido como Tarpellanca) cuando trataba de escapar de las montoneras de Benavides.
El nombre de un céntrico hotel y de una avenida pavimentada hace pocos años, además de un modesto busto frente a la cascada principal del Salto del Laja son, quizás, los únicos recuerdos tangibles de quien fuera uno de los más brillantes soldados patriotas que tuvo el país en los albores del proceso de la independencia, hace unos 190 años.
El mariscal Pedro Andrés Alcázar Zapata, según coinciden los historiadores, fue uno de los más sobresalientes estrategas militares y un caballero de respeto entre sus pares, que a pesar de su avanzada edad el día de su muerte supo mantener la claridad de la situación para tomar siempre la decisión más correcta.
Pero, para los habitantes de la provincia de Bio Bío, también tiene un componente original. No sólo murió y combatió en estas tierras defendiendo la causa patriota, sino que también nació por estas latitudes, en plena zona de la Alta Frontera.
En efecto, por allá por 1752, en pleno territorio fronterizo, vio la luz en el fuerte de San Diego de Alcalá, de Tucapel, siendo bautizado en la capilla del mismo el 12 de diciembre del mismo año. Era hijo del Capitán de Infantería y Jefe del Fuerte, Andrés de Alcázar y de doña Feliciana Rodríguez de Zapata y Sanhueza.
En Tucapel creció en medio de la hostilidad ambiente, entre malones araucanos y furiosas tempestades, que la naturaleza descargaba en el territorio.
Entusiasmado, desde sus primeros pasos, por la carrera militar, entró al Regimiento Dragones de la Frontera en calidad de soldado distinguido. Tiempo después llegó de España su nombramiento oficial de Cadete.
Por un error de copia, figuraba como Pedro del Alcázar, en lugar de Andrés. El comandante de Dragones, el Coronel Ambrosio O’Higgins, le hizo anteponer el apelativo de Pedro, para legalizar la cédula.
En 1776, Pedro Andrés fue ascendido a alférez, luego a Teniente en 1783 y a capitán en 1785. Antes, en 1777, casó con doña Clara de Zumelzu Obregón y Ruiz de Berecedo, unión de la cual nacieron Carmen, Juan Andrés, Mateo (sería sacerdote), Antonia, Juana, Teresa y José Antonio.
Durante todo este tiempo, Andrés de Alcázar sirvió exclusivamente en la región conocida como Isla de la Laja, lo que le permitió ser un experto conocedor de la comarca y de sus habitantes. Sus constantes encuentros con los indígenas forjaron sus condiciones de guerrero que le destacarían más tarde, durante las luchas por la emancipación.
3 comentarios:
Además del céntrico hotel, y de la calle que llevan su nombre en la ciudad de Los Angeles; en la zona cordillerana existe un Refugio Militar del Regimiento Reforzado Nº 17 "Los Angeles", que en su honor lleva por nombre: Refugio Militar "Mariscal Alcázar" en Los Barros.
Sería bueno que las autoridades adoptaran medidas para que su busto se traslade a la plaza de armas de Los Angeles, o a Tucapel, ya que en el lugar en que actualmente se encuentra, es una falta de respeto a su memoria.
Trupan de Alcázar, para hacer justicia
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